La montaña de Montserrat, Barcelona, es uno de esos lugares, que si tienes la oportunidad de conocer, no deberías saltártelo, no lo hicieron ni los Nazis, buscando el Santo Grial, aunque se fueron con el rabo entre las piernas. Su llegada en ferrocarril te regala una de esas imágenes que quedan para siempre en tu retina, sin que ninguna foto pueda igualar esa majestuosidad.
Al vivir bastante cerca, he tenido la fortuna de visitarla en numerosas ocasiones y cada una de ellas me sorprendió de diferente manera. Es un espacio donde hacer caminatas, meditar, visitar el Monasterio, las ermitas y cuevas, e inclusive, hay reuniones periódicas para avistar ovnis.
Sin duda, es un enclave mágico del planeta donde se puede disfrutar de la energía de la naturaleza y más allá.
No en vano, allá se encuentra la imagen de la patrona de Cataluña, la famosa Moreneta, llamada así por su color negro. Pero no hace falta ser devoto para visitar Montserrat, aquí sustituirás la creencia por la experiencia.
Para mi, es uno de esos puntos estratégicos del globo terráqueo, llámalos arterias principales, donde realmente uno siente que todo está unido y que hay mucho más que lo que nuestros cinco sentidos físicos nos muestran a diario, que no siendo poca cosa, no es más que una muestra de las maravillas de la existencia, y que deberíamos prestarle más atención, porque posibilidades hay, prueba de ello, este magnífico paraje.